24 de junio de 2013

(271).


Y todo acabó. Es increíble, porque hasta ayer el fin parecía lejano y pequeño. Hace más de un año que comenzó todo, esas conversaciones los viernes, el juego de palabras, los momentos para lograr entender por qué a mí y no otra persona. Eso jamás lo entenderé ni creo ser capaz de hacerlo, serìa como romper esa ilusión, las teorìas que surgen entorno a la situación.
Sé que nada volverá a la misma rutina, más que mal fueron meses eternos. No pensé que sucedería, pues es algo que leí siempre en los cuentos e historias que me gusta atesorar. Pero sí, me sucedió a mí y no supe manejar el tema. Al final todos supuieron que algo pasaba, los detalles fueron a caer al círculo más cercano. Mas son ínfimos detalles, son escasos meses que cuento como años y pequeñas conversaciones que veo como si la vida se fuera en ellas.
El frenesí inicial ya no existe, se fue apagando hasta quedar en un vago recuerdo. Con exactitud no sé qué o cuándo pasó, tengo nociones de que sucedió cuando me dejó de saludar y pasamos a ser dos extraños compartiendo el mismo espacio. Sí, porque no había día en que no lo viera, pero lo evitaba, huía, como cobarde (y lo sigo siendo).
Ahí es cuando me doy golpes contra la pared y me pregunto sí valió la pena las lágrimas, el enojo, la desilución y tiempo invertido. Fueron sólo promesas, de esas que cualquier persona hace. No era nada del otro mundo ni aspiraciones a tener un futuro donde éramos dos en la misma frase. Quizás en mi fuero más intero sí, no obstante, no pasó nada y ahí el mundo se cayó. Pero ese que construí entorno a él, no el mío pues tuve que seguir y no parar.
Hoy me di ese tiempo para hacerlo, para reflexionar y pensar, algo poco habitual. La imaginación, la emoción, la desesperación juega malas pasadas y con él fue así. Lo quise tanto, dejé que alimentarán ese deja vú de forma exagerada que caí, bien abajo, incluso más que el año 2008. Juré que no volvería a la misma instancia e hice lo mismo, repetí los pasos, las personas. El karma apareció.
Decido que no volveré a jurar otra vez con este tema. Dos personas opuestas pero que jugaron con todo lo que yo di. En ese sentido soy transparente en mis emociones, mis ojos transmiten inmediatamente si me sucede algo fuera de lo habitual y se aprovecharon, pero yo también di el pie para eso. Son cosas de la vida y pondré un cartel bien grande en mi frente que dirá '¡Alto ahí!' para quien quiera volver a hacer lo mismo.
No sé que siento hoy, sé que no es amor ni atracción, tampoco tristeza. Se parece un poco a la amargura, ese sabor extraño en mi boca no desaparecerá en algún tiempo, pero el viaje hará que el ciclo se cierre de una vez. Ah, ese año y medio fue extraño, desolador y esperanzador, todo en uno, y ahora queda salir de ahí, disfrutar y tratar, con mucho esfuerzo, de ser feliz.

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