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V* ya sabía el nombre de aquel misterioso chico de las miradas, era un gran paso en su historia, una esperanza creada a la sombra del abismo. No obstante, ningún intercambio de palabras había ocurrido entre ellos y éso la perturbaba; creía que todo esfuerzo era en vano, que sus ilusiones iban a desvanecerse en cualquier momento.

Pero una luz de esperanza creció ese jueves cuando lo vio entrar, despreocupado como siempre, al patio del colegio algo tarde. Un papel llegó a sus manos proveniente de una de sus amigas de aquella época con el msn de aquel chico. No cabía de la alegría, gritó y saltó de emoción como nunca antes y pudo ver como él sonría ante tal divertida imagen.

Esperó ansiosa el término de clases para llegar a su casa y poder conectarse para hablar con él. Sabía que no era "el mejor método", pero la llenaba otra vez de ilusiones y al saber que podía conocer algo más de su misterioso galán le hacía suspirar. No fue hasta entrada la noche cuando se conectó. Y rápidamente se fue.

Decaída y sin ganas de seguir esperando iba a salirse cuando le hablaron. Apareció como no conectado y sintió que desfallecería ahí mismo. Le saludó y preguntó quien era, y cuando él contestó apreció en la pantalla "Yo sé quien eres y me da gusto que me hayas agregado". Así feliz fue por unos minutos hasta que tuvo que partir porque era tarde, pero prometieron hablar al día siguiente.