- Yo también, cariño- y después tomó mi rostro entre sus manos para besar torpemente mis labios.
Oí el sonido del timbre y lentamente me levanté a abrir. Ahí, frente a mi departamento se encontraba mi principe azul, el hombre de mi vida.
- Volví, amor- y me dedicó una de sus hermosas sonrisas. Corrí a sus brazos y lo besé con fervor.
Ese día volví a nacer.
Detrás de cada despedida hay un gran encuentro.
ResponderBorrarun beso
te sigo.