Quien iba a pensar que las cosas terminarían de esta forma,
como si jamás hubiera existido el ayer entre tú y yo, siendo todo parte de mi
imaginación.
Literalmente, como dice la canción de Ha-Ash, te conocí un
día sin siquiera esperarte, tan sólo nuestros caminos se cruzaron provocando un
gran big bang en nuestras vidas o al menos en la mía.
Verte fue como volver a tener 15 años y miles de mariposas
revoloteando en mi estómago. No sabía cómo reaccionar ni qué decir, sólo sentía
que debía abrazarte fuerte y esperar a que correspondieras el saludo.
Conversamos, reímos y jugueteamos en el parque. Tus ojos siempre risueños y
coquetos, no podía dejar de mirarte.
Sin pensarlo te besé. En un coqueteo, en un descuido tal
vez, cerré mis ojos y dejé sentir tus labios sobre los míos. Las chispas
volaron, estoy segura, como en las películas. Nos separamos, me miraste y esta
vez tú iniciaste el beso. Si cierro los ojos puedo recordar con detalles esa
escena: el sol escondiéndose entre las montañas, el viento soplando helado y
nosotros en una fría banca de cemento. Nuestros corazones fueron los únicos
testigos de aquel momento.
Desde entonces no quise separarme más de ti. Tal como
llegaste, entraste a mi vida. ¿Estaba esperando que pasara esto? Para nada, fue
un improvisto total que me embargó de emociones sinceras y abrumadoras, la ansiedad
tomó el control y me dejé llevar.
Cada día a tu lado era único y especial. Aún tengo tatuado
en mi memoria la primera vez que viniste a cuidarme, como olvidar que sin saber
qué esperar, llegaste e hiciste de un mal día algo increíble.
Mis ojos se llenan de lágrimas al recordar cada paso que
dimos juntos, a veces caen por mis mejillas sin cesar y otras permanecen
acumuladas, creo que siempre serás un recuerdo en mi memoria, de esos que no se
borran con nada.
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