18 de mayo de 2018

(294).


Quien iba a pensar que las cosas terminarían de esta forma, como si jamás hubiera existido el ayer entre tú y yo, siendo todo parte de mi imaginación.

Literalmente, como dice la canción de Ha-Ash, te conocí un día sin siquiera esperarte, tan sólo nuestros caminos se cruzaron provocando un gran big bang en nuestras vidas o al menos en la mía.

Verte fue como volver a tener 15 años y miles de mariposas revoloteando en mi estómago. No sabía cómo reaccionar ni qué decir, sólo sentía que debía abrazarte fuerte y esperar a que correspondieras el saludo. Conversamos, reímos y jugueteamos en el parque. Tus ojos siempre risueños y coquetos, no podía dejar de mirarte.

Sin pensarlo te besé. En un coqueteo, en un descuido tal vez, cerré mis ojos y dejé sentir tus labios sobre los míos. Las chispas volaron, estoy segura, como en las películas. Nos separamos, me miraste y esta vez tú iniciaste el beso. Si cierro los ojos puedo recordar con detalles esa escena: el sol escondiéndose entre las montañas, el viento soplando helado y nosotros en una fría banca de cemento. Nuestros corazones fueron los únicos testigos de aquel momento.

Desde entonces no quise separarme más de ti. Tal como llegaste, entraste a mi vida. ¿Estaba esperando que pasara esto? Para nada, fue un improvisto total que me embargó de emociones sinceras y abrumadoras, la ansiedad tomó el control y me dejé llevar.

Cada día a tu lado era único y especial. Aún tengo tatuado en mi memoria la primera vez que viniste a cuidarme, como olvidar que sin saber qué esperar, llegaste e hiciste de un mal día algo increíble.

Mis ojos se llenan de lágrimas al recordar cada paso que dimos juntos, a veces caen por mis mejillas sin cesar y otras permanecen acumuladas, creo que siempre serás un recuerdo en mi memoria, de esos que no se borran con nada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario