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En fechas como estas es cuando más te recuerdo. Cuando tomabas mi cintura y apoyaba mi espalda en tu pecho frente a la chimenea y un chocolate caliente. Mientras afuera nevaba y nosotros nos hundíamos en nuestra burburja de amor.

O saliamos a pasear por las frías calles de la ciudad en busca de lugares que retratar en fotografías que después recortábamos para hacer el álbum de nuestras aventuras... Pero acabó todo. Los besos de buenas noches, los abrazos confortantes y las sonrisas juguetonas. Todo cayó en pedazos cuando decidiste marchar en busca de tus ideales y yo no era quien para retenerte.

Sufrí y lloré. Las primeras fiestas sin ti fueron un desastre: no me levanté, no decoré y muchos menos di señales de vida. Sin embargo, me paré en las segundas y ahora, que ya van más de cinco soy capaz de reconstruir mis propias tradiciones.

No niego que te extraño y te añoro. Deseo tanto verte pasar por la puerta del que fue nuestro hogar. Pero todo sucede por algo y donde quiera que te encuentres, espero seas feliz.

Feliz Navidad y Próspero Año 2011.